Hay algo que cualquier oyente de LCD Soundsystem debe intuir: su música
no es solamente un cúmulo casual de referencias, o un pastiche de rarezas
musicales halladas por un crate digger. No. Lo que James Murphy y compañía hacen -como ya se dijo en distintas
publicaciones- no es otra cosa que música sobre la música. Pero no música sobre
el proceso de hacer música, sino sobre las ideas en torno a ella: el gesto
referencial como un acto inherente de la creación, la cita contextual llevada a
cabo desde una postura cool y con muy poco disimulo. Al menos eso aprendimos de
los neoyorquinos hasta su inexplicable separación en 2011.
Con una fastuosa despedida en el
Madison Square Garden, la banda parecía cerrar un circulo perfecto que en su
recorrido ya había logrado no sólo la cosecha de discos cargados de una energía
tan corporal como cerebral, sino además el consentimiento absoluto de la
crítica musical. Sin embargo, con el anuncio oficial de su retorno en los
principales festivales anuales -y con la publicación oficial de “American Dream”, su más reciente
trabajo discográfico- LCD Soundsystem
remarca el paso vertiginoso del tiempo y el contexto que, musicalmente, diferencia
a una determinada época de otra.
Y es que, estéticamente, “American Dream” no se distingue en
absoluto de trabajos previos -ese gusto obsesivo por el ritmo que bebe tanto
del funk mutante de Liquid Liquid,
como de las texturas sintéticas alla Brian Eno- Sin embargo, aquel aspecto
solo reafirma un estilo particular en el trabajo de Murphy que, cinco años
después, no siente la urgencia de encontrar resonancias con el tiempo presente.
La consciencia sobre aquello es algo que rodea al disco y que se reafirma desde
letras que exhiben el irremediable paso de los años. “Tonite”, el más reciente single, es como una voz auto consciente en
plena crisis propia de una adultez apartada de los años de gloria. “American Dream”, la canción, retrata
aquellas marcas del tiempo sobre el rostro que uno, de forma súbita, encuentra
frente al espejo del tocador una mañana de domingo. “Other Voices” menciona a una mente llena de cartas jamás escritas a
amigos lejanos. En ese sentido, el retorno de LCD Soundsystem puede tratarse de un esfuerzo ineludible por pasar el
tiempo de la adultez huyéndole al vértigo de la jubilación.
Murphy, en todo caso, está lejos de considerarse un vejestorio,
artísticamente o físicamente. Y es por aquello que las reflexiones constantes
sobre el asunto sean, en el disco, un tanto extenuantes. Sin embargo, más allá
de lo lírico, ¿cabría esperar un giro musical mucho más arriesgado que la
comodidad hallada en la auto repetición? ¿es aquello algo con lo que uno
debería estar agradecido? Depende del grado de compenetración propia y el gusto
hacia el sonido particular logrado por la banda. Murphy, más allá de su rol de compositor, puede jactarse de ser un
productor muy respetado y requerido por una lista variada de artistas (Arcade Fire, Jarvis Cocker y el propio David Bowie) “American Dream”, en ese sentido, exhibe un rasgo particular en las
producciones de Murphy que es la construcción ascendente y gradual de la
canción. Sumando, de a poco, elementos rítmicos para explotar luego en un
festín de sintetizadores y percusiones épicas. “How Dou You Sleep?”, el tema medular del disco, es un ejemplo de
aquella estructuración.
El disco no pretende revivir el legado
de la banda ni su relevancia durante la década pasada. Atrás quedó el espíritu
del tiempo marcado a fuego por la autocrítica hípster de “Loosing my Edge”, o el retrato generacional glorioso de “All My Friends”. Las personas que hace
10 años encontraban en estas canciones una especie de representación triunfal de
su tiempo musical -el auge del indie que va desde de The Strokes hasta los coqueteos con el synthpop de Arcade Fire en Sprawl II-, y el miedo a ser superado por nuevas tendencias, ahora
están seguramente acomodados en una familia y en un trabajo seguro, con
distintas preocupaciones y mejores salarios. “American Dream” tiene un sabor melancólico alusivo no sólo a aquel
tiempo pasado -el parentesco de muchas canciones con otras de “This is Happening”- sino además a un
aura fantasmagórica talvez relacionada con la muerte de David Bowie, Alan Vega y
Leonard Cohen (figuras muy influyentes
en el trabajo de Murphy). Canciones
como “Oh Baby” o “Black Screen” son, en ese sentido,
referencias directas a Vega y a Bowie. “Change Yr Mind”, de igual forma, contiene alusiones sonoras que
apuntan a la dupla Bowie/Fripp de Scary Monsters -las guitarras angulares
y punzantes del alma máter de King
Crimson- Pero además resaltan detalles lejos de lo evidente, como la
invocación a Michael Karoli en las
guitarras de “I Used To”, o la de Will Sergeant en la post punk “Emotional Haircut”.
James Murphy y compañía no solo son conscientes de ser unos saqueadores
impúdicos de aquel segmento más arty de la historia del rock, sino además que
no se preocupan por disimular la fuente de sus recursos estilísticos. “American Dream” conserva las mismas
obsesiones musicales que hacen de LCD
Soundsystem una banda imprescindible, aunque parezca que, para esta
ocasión, hayan preferido suplantar ese impulso irresistible hacia las pistas de
baile por un sentimiento más bien contemplativo y melancólico sobre la madurez.
La resignación del personaje de “Loosing
my Edge”, quien finalmente acepta ya no ser el tipo más cool y relevante
entre las nuevas generaciones. Una continuación excitante pero menos triunfal,
o la prolongación de un final que, hace unos años, parecía demasiado perfecto
para ser real.