Cuando el flaco Spinetta
presentaba a unos todavía pre adolescentes Dante y Emmanuel sobre
el escenario, luego de acompañarlo en los coros de “El mono tremendo”, anunciaba
con orgullo paternal algo así como: “mañana serán poder”. El video se encuentra en Youtube, y la
canción se constituye, en realidad, como el debut oficial en la
composición de Dante Spinetta;
una de las mitades que, más tarde, conformarían
Illya Kuryaki and the Valderramas.
Otro video, también en Youtube, muestra a ambos artistas, padre e hijo, tocando “Mi chevy y mis franciscanas”,
un tema de IKV, en un festival
mexicano. Spinetta padre, en pleno
fulgor de la “lava eléctrica” en los 90s, se presta al groove heavy
del tema haciendo fuerza desde la guitarra, y acomodándose sin
molestias al espíritu salvaje de aquel Vive
Latino. El respeto mutuo y una enternecedora admiración
entre padre e hijo, de alguna forma representan el lazo que articula el rock y
el rap durante los 90s en la evolución de IKV. Lazo que recién ahora comienza a despertar una
revaloración genuina de su música, lejos ya de aquel sabor a kitsch
que los 90s pretendían imponerle a todo.
La verdad es que, a pesar de la terquedad de algunos cuantos
puristas del rock argentino, las diferentes aproximaciones de IKV a géneros como el funk o el rap, funcionan
como un ejercicio totalmente independiente al influjo paternal. A lo largo de su discografía,
han sabido trazar una senda propia en la búsqueda del equilibrio Zen entre el buen
groove y las rimas, sin descuidar del todo la inevitable marca de su herencia
rockera en su etapa de consolidación. Sin embargo, esa suerte de ambigüedad
es algo que la historia del rock argentino nunca terminó de incorporar
del todo; y que, durante el reinado de MTV
en los 90s, supuso para IKV un
mayor impacto en países como México y Colombia. Por otro lado, en Bolivia (un país curtido en
la tradición del slap bass y el funky) la deuda con los Kuryaki apenas pudo saldarse con una
fortuita visita suya el 2000, antes de su disolución. 16 años
después, una presentación programada el sábado 10 de
septiembre en el hotel Regina puede, quizás, explicar un poco más
y mejor la táctica de estos ninjas funk en su viaje por el klama hama.
En Cochabamba, el
concierto fue un repaso raudo por distintos momentos de su discografía;
otorgando mayor énfasis a canciones de su más reciente disco LHON (La Humanidad o Nosotros), publicado el pasado año.
Una columna vertebral de músicos diestros en la conducción
del groove preciso, soportaba gran parte del show preparado por el grupo. “La
realeza uruguaya” en la guitarra de Matias
Rada y una base rítmica bien repartida entre las
percusiones latinas y el empalme
bajo/batería, daban paso al refinamiento funk de temas como “Ritmo Mezcal”, con
reminiscencias directas a Prince, o
el groove adictivo de “África”, con su formidable marca Earth, Wind and Fire en los vientos. El
instinto groovy de los porteños prevalece intocable. Incluso en desvíos
hacia la cumbia (“Gallo Negro”);
o forzados intentos por encajar un hit (“Ula
Ula”) A estas alturas del
concierto, uno no puede evitar pensar que Dante
Spinetta y Emmanuel Horvilleur
nacieron para complementarse mutuamente y permanecer juntos por siempre. De
hecho, los fallidos emprendimientos solistas de ambos artistas ayudan a
reforzar aquella idea: A los IKV se
los prefiere juntos, antes que por vías separadas. El power funk adictivo de “Jugo” y “Latin
Geisha”, así como el poderoso ritmo de “Funky futurista” y “Yacaré”, representaron el pináculo
groovero de la noche. Algo así como la encarnación
sonora de George Clinton, o Bootsy Collins (quien, de hecho,
participó en las sesiones de grabación de “Leche”)
sobre el escenario. Aquel arrebato pronto se tornó un nudo en la garganta por un justo
homenaje al papá de Dante en “Águila amarilla”. Luego, los
infaltables hits de finales de los 90s que, en su tiempo, acercaron a IKV hacia ritmos más
latinos (“Jennifer del estero”,
“Coolo”), y el paseo por la iconografía
kung fu de “Chaco”
(“Jaguar House”, “Abarajame”) integraron un set list cortísimo,
comparado con el llevado a cabo recientemente en el Luna Park de Buenos Aires.
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